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Dos destinos diferentes

Mientras que Deschamps ha guiado al Mónaco hasta la final de la Liga de Campeones, Ranieri se enfrenta ahora a un futuro incierto.

Por Greg Demetriou en Stamford Bridge

Por si los jugadores del Chelsea FC no tenían claro cuál era el marcador que les valía para pasar a la final de la UEFA Champions League, un grupo de aficionados se encargó de recordárselo. Cuando ambos conjuntos estaban formando, los seguidores levantaron varias cartulinas formando un mosaico con el 2-0 del marcador a favor de los londinenses.

Falta de coordinación
El hecho de que algunos aficionados todavía no se habían sentado en sus localidades y que otros no terminaran de entender las instrucciones del cometido que tenían que realizar, hizo que el mensaje no quedara muy claro. Pese al buen comienzo que tuvieron los blues en el encuentro, esta descoordinación no era un buen preludio para remontar el 3-1 que había logrado el Mónaco en la ida.

Problema táctico
En el banquillo, el técnico Claudio Ranieri se mostraba tan enérgico como sus futbolistas en el campo. El italiano asumió su culpa en las tácticas utilizadas por los ingleses hace quince días con el marcador empatado a uno y el Mónaco con diez hombres en el campo. Sin embargo, pocos se podían quejar del planteamiento realizado en la tarde de ayer por el entrenador transalpino, ya que ocho futbolistas del once inicial habían sido adquiridos antes de la revolución Roman Abramovich el pasado verano. Así, el Chelsea formaba se presentaba con serias aspiraciones de darle la vuelta a la eliminatoria.

Comienzo arrollador
Fue uno de los jugadores de la vieja guardia, Jesper Gronkjær, el que inauguró el marcador en el minuto 22 con un tiro cruzado que recibió en la parte derecha del área. No contento con ello, Ranieri arengó a sus futbolistas para que presionaran al Mónaco atrás y que siguieran yéndose hacia adelante. Por su parte, el conjunto que entrena Didier Deschamps, nombrado recientemente mejor técnico en su país, aguantaba como podía las embestidas de su rival. El antiguo jugador del Chelsea confiaba en su capitán Ludovic Giuly, el habilidoso Jérôme Rothen y en los goles de Fernando Morientes para superar la eliminatoria, y no se equivocó.

Mourinho, en la grada
Por su parte, el técnico José Mourinho se encontraba en la grada del estadio observando a su posible rival. El entrenador luso había clasificado a su FC Porto para la final de Gelsenkirchen el día anterior. Mourinho se estaba preparando quizás para enfrentarse al Chelsea el próximo mes cuando una magnífica combinación entre Eidur Gudjohnsen y Frank Lampard puso el 2-0 en el marcador. No se había llegado al descanso, y el objetivo inicial ya estaba conseguido.

Siempre pensando
O casi. Cuando apenas quedaban segundos para la conclusión del primer tiempo, Hugo Ibarra remachó a la red un crucial tanto para el conjunto monegasco que, in extremis, hacía que la ventaja del Chelsea se esfumara. Deschamps no se fiaba de todas formas. El internacional checo Jaroslav Plašil había estado calentado durante el primer tiempo, y en la segunda mitad, Deschmaps le dio entrada para dar más poderío ofensivo a su equipo. El Mónaco era consciente de que podía lograr más goles ante un Chelsea que había fallado varias ocasiones.

El segundo y la sentencia
La segunda parte comenzó, y pronto se vio quién tenía las ideas más claras de los dos entrenadores. A la hora de partido, el técnico italiano no sabía qué hacer para doblegar al equipo galo, y fue en ese momento cuando Morientes hizo el segundo y vital tanto del empate. Era otro gol más fuera de casa y, prácticamente, la sentencia de la eliminatoria.

Impresionante trayectoria
Deschamps y Ranieri se abrazaron al final del partido, pero, mientras que el italiano se lamentaba de la ocasión marrada, el entrenador francés veía la posibilidad de alcanzar su primera Liga de Campeones como entrenador, después de haberla logrado dos veces como jugador. Fue uno de los futbolistas que conquistó el trofeo en 1993 con el Olympique de Marseille y tres años más tarde con la Juventus. Ahora, con 35 años, se encuentra ante la posibilidad de completar su “hat-trick” particular.

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