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El mejor triunfo de Abidal

El defensa francés del Barcelona comenzó la campaña en estado de esplendor, pero una grave dolencia truncó su temporada. Ahora, ya recuperado, apunta a la final de Wembley.

Éric Abidal, manteado por sus compañeros el día de su regreso a los terrenos de juego
Éric Abidal, manteado por sus compañeros el día de su regreso a los terrenos de juego ©Getty Images

Los últimos 12 meses han sido frenéticos para Éric Abidal (Lyon, 1979). Durante este año el internacional francés ha pasado por experiencias que dejan huella, cicatrices que aceleran la madurez, tanto personal como futbolística. Y Abidal sabe de ambas. Tras su paso por una turbulenta Copa Mundial de la FIFA con la selección gala, 'Abi', como es conocido en el vestuario azulgrana, se reveló esta temporada como un pilar clave en la zaga del FC Barcelona. Nada que ver con aquella pieza complementaria de hace unos años, a la sombra de Carles Puyol o Rafael Márquez. Su participación este año fue vital para los éxitos del equipo, pero el pasado 15 de marzo el club comunicó que se le había detectado un tumor en el hígado. Entonces todo cambió para él: sus preferencias, su escala de valores... Ahora, fortalecido en lo mental, apunta a titular en la gran final de la UEFA Champions League ante el Manchester United FC.

Tras su fichaje en el verano de 2007, Abidal no ha parado de crecer con el Barcelona. Ya no es sólo un torrente de fuerza en el lateral izquierdo. Ahora comprende mejor el juego, hace sencillo lo complicado y no desentona en una plantilla donde la calidad técnica es superlativa. Además, su adaptación al puesto de central ha sido clave en una plantilla justa de efectivos. Durante gran parte de la presente temporada fue el mejor defensa azulgrana, fundamental a raíz de la lesión de Carles Puyol. Su punto más álgido de la temporada llegó el 5 de enero, cuando los azulgranas llegaron a San Mamés para jugarse el pase en la siguiente ronda de la Copa del Rey.

En el partido de ida los leones habían arrancado un valioso empate a cero, por lo que se jugaban la clasificación ante sus aficionados y en un estadio convertido en una olla a presión. En un partido vibrante, no apto para jugadores de débil carácter, Lionel Messi recogió un balón de espaldas a portería dentro del área rival, se giró y vio la llegada de Abidal en el carril zurdo. Le cedió el esférico y el galo empaló de primeras al fondo de la red. Fue su primer gol como azulgrana, más de tres años después de su llegada al Camp Nou, y que significó la clasificación del Barça para la siguiente ronda.

El galo no bajó el nivel durante los meses siguientes, bien como carrilero o como pareja de Gerard Piqué en el centro de la defensa, pero la desgracia se cebó con él a mediados de marzo cuando el club comunicó de forma oficial que sufría un tumor en el hígado. Fueron momentos duros para el jugador, que recibió el cariño y el afecto de todo el mundo del fútbol. Se convirtió en un hábito que la afición azulgrana rompiera en aplausos cuando el partido entrase en el minuto 22, el dorsal que luce Abidal. Detalles como éste le dieron fuerza para salir adelante. Se ganó aún más el cariño de la hinchada y su enfermedad hizo más fuerte al jugador y al grupo.

Milagrosamente regresó a los terrenos de juego en el partido de vuelta de las semifinales de la UEFA Champions League ante el Real Madrid CF. Salió en los últimos compases, pero no fue nada casual. Guardiola quiso que aquel también fuera el triunfo de Abidal, que se sintiera partícipe de un logro en el que había sido clave. Volvió a sentirse futbolista y fue manteado por sus compañeros al finalizar el encuentro. Desde entonces ha ido cogiendo minutos y recuperando su mejor forma. Su participación en la gran final de la Liga de Campeones ante el United es la gran duda que ronda al equipo. No pudo participar en la final de Roma de 2009 debido a una sanción, pero ya sea como titular o suplente él estará en Wembley. Y pisará el césped como un defensa completo y como una persona muy querida en el vestuario. Londres le está esperando.

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