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El Mónaco se clasifica humillando al Deportivo

RC Deportivo La Coruña - AS Monaco 0-5
El Mónaco golea al Deportivo en Riazor y consigue clasificarse para octavos.

Por Carlos Voto en el Estadio de Riazor

Los monegascos consiguieron el pasaporte que necesitaban tras pulverizar el orgullo del RC Deportivo La Coruña que se despide la máxima competición estableciendo un nuevo récord: no haber marcado ni un solo gol en los seis encuentros que disputó.
 
Entre vergüenzas y regalos
Para los coruñeses, las horas previas al partido ante el AS Mónaco FC les entregó sensaciones que creían archivadas en el baúl de los recuerdos. Por primera vez en sus cinco años de participación en la UEFA Champions League, el Dépor le decía adiós a la competición antes de culminar la fase regular. Por eso, el entrenador Javier Irureta apeló al orgullo y a la vergüenza para motivar a sus hombres de cara al choque ante los monegascos. La premisa blanquiazul pasaba por ganar, y para eso era indispensable marcar. Algo inédito para el Deportivo en esta edición. No obstante, y a pesar de que el preparador francés Didier Deschamps estaba convencido de que su rival no le regalaría nada, los locales salieron al campo sin Mauro Silva, Luque y Valerón, tres de sus mejores futbolistas.

Una mejoría virtual 
Los primeros minutos del choque reflejaron la intención con la que ambos conjuntos iban a afrontar la primera parte. Por el lado local, el Deportivo se plantó con la firmeza de aquellos que pretenden ser protagonistas. Trató de darle circulación al balón, buscó con cierto criterio a sus hombres de banda, e intentó capitalizar esa profundidad lateral con centros para Walter Pandiani. No obstante, la primera aproximación seria llegó gracias a un remate de Lionel Scaloni desde fuera del área. En la otra acera, los monegascos comenzaron a estudiar al contrincante e hicieron de la paciencia una virtud. Sus argumentos futbolísticos estaban por llegar. Lo del Dépor era sólo un espejismo. 

La sociedad sudamericana
El Mónaco aterrizó en La Coruña sabiendo lo que tenía que hacer. Dos líneas de cuatro equilibradas y dos delanteros rápidos con capacidad de gol. Ernesto Chevanton y Javier Pedro Saviola fueron los arietes elegidos para desequilibrar el juego local. Y ambos crearon una sociedad que supo aprovechar los espacios que dejaba a sus espaldas Scaloni.  El argentino blanquiazul es un interior reconvertido a pivote. Por eso suele carecer de la pausa y la ubicación que requiere su nueva posición. Esa ventaja táctica sirvió para que el Mónaco hilara el primer gol. Minuto 22. Saviola aprovecha la parcela sin dueño, coloca un pase en profundidad para Chevanton que se planta sólo delante de su compatriota Gustavo Munúa, y lo vence con un remate bajo. 0-1. La estrategia empezaba a rendir sus frutos.

Y la orquesta siguió tocando
Después del primer tanto de la escuadra monegasca, todo parecía indicar que el Deportivo buscaría recuperarse e imprimirle al encuentro un poco más de pasión y actitud. Eso ocurrió en dos llegadas consecutivas y peligrosas, pero bien resueltas por Flavio Roma. A partir de ahí, nada más del lado coruñés. En contrapartida, la sinfonía que estaba interpretando el Mónaco cada vez sonaba mejor. A los treinta y dos, Gaël Givet aprovecha un balón suelto en la medialuna del área local, y con displicencia marca el segundo tanto de su equipo. Pero la mejor canción de la noche se tradujo en un espectacular gol cuando Saviola dejó tieso a Pablo Amo, encaró con la velocidad de un conejo y batió al portero local sin inconvenientes.

El fervor de una grada vencida
La segunda etapa fue casi idéntica a la primera. La diferencia a favor tranquilizó aún más al Mónaco, aunque esa tranquilidad no se reflejó en falta de tensión. Curiosamente, el Dépor siguió  siendo el equipo que tenía la posesión del esférico y el que llevaba el peso ofensivo, mientras que los visitantes hacían del contraataque, el aprovechamiento de espacios y la velocidad, sus mejores armas para continuar creciendo en el marcador. Así, a los cincuenta y siete Douglas Maicon aumentó las diferencias después de adelantarse en un corner a toda la defensa coruñesa; y a los setenta y siete Emmanuel Adebayor puso las cifras definitivas a pase de Chevanton.
Pero lo mejor del partido todavía no había sucedido. Y fue el público que con su cánticos, su aliento y su orgullo, demostró que siempre apoyará a los coruñeses. A pesar de ser los únicos aficionados del mundo del fútbol.

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