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Lisboa, más corazón que cabeza

El CSKA aprovechó la pasión de los aficionados del Sporting para endosarles un golpe duro y muy difícil de olvidar.

Por Timothy Collings en el Estadio José Alvalade

Pobre Sporting, pobre Lisboa, pobre Portugal. Después de ver como el FC Porto levantaba dos títulos europeos en dos temporadas consecutivas, sufrir una dolorosa derrota el pasado verano ante Grecia en la final de la UEFA EURO 2004™, y perder a manos de su rival lisboeta, el SL Benfica, el pasado domingo, los aficionados sportinguistas que llenaron el Estadio José Alvalade, creyeron que la final de la Copa de la UEFA de esta noche les traería algún consuelo a tanta decepción sufrida, y por tanto, un pedazo de gloria.

Partido electrizante
Sin embargo, la fiesta fue totalmente rusa, y la noche, que en un principio iba a estar bañada de buen vino portugués, fue regada con un gran vodka moscovita. Los aficionados del CSKA disfrutaron del inesperado éxito de su equipo, que ha conseguido el primer título europeo importante para un equipo de la capital rusa con un clásico juego basado en el contraataque. Su sistema, paciente y disciplinado, triunfó en el mismo lugar donde el Sporting (no exento de coraje, energía y fuerza), fracasó. El juego práctico y contundente del CSKA, unido a una gran definición en los últimos metros, derrotó a la ortodoxia del 4-4-2, y a un equipo, apoyado en masa por un gran número de aficionados, que quizás se guió, durante los 90 minutos, más por el corazón que por la cabeza.

Amenaza mayor
Aún así, hubiera resultado muy difícil no haber sentido algún tipo de compasión o sentimiento de tristeza por el entrenador del CSKA, Valeriy Gazaev, cuando acompañaba a sus jugadores al túnel de vestuarios en el descanso, con su equipo cayendo por 1-0, echándole arrestos al encuentro, y los portugueses cantando. Su bien confeccionado equipo, en una compacta formación 4-3-1-2, había seguido al pie de la letra todas sus instrucciones, llevando al dueño del campo, el Sporting, a una desesperación permanente en los primeros 20 minutos de encuentro, al encontrarse con un equipo bien armado en la línea de contención y cobertura, antes de que llegase ese primer gol del encuentro. Los ‘recuerdos’ griegos, que arruinaron el sueño portugués el pasado verano, comenzaron a ser revividos en las ocasiones en la que el equipo ruso llegaba con peligro al área rival, pero enfrente de él tenía al equipo de ‘casa’, con un ofensivo sistema 4-4-2, que disfrutaba de la mayor parte de la posesión y de más disparos a puerta, aunque los portugueses, en contadas ocasiones, demostraran pruebas suficientes de su capacidad de victoria.

Comienzo fulgurante
El CSKA, como habían prometido, no llegaba a Lisboa para hacer turismo. A cualquier equipo que únicamente le han marcado cuatro goles en los ocho encuentros anteriores de Copa de la UEFA, y lograba un record de 19 enfrentamientos europeos en esta temporada, se le debe guardar un gran respeto. El Sporting, que escapó de las trampas colocadas por los moscovitas al inicio del encuentro, demostró, a lo largo del encuentro, que no se mostraba muy preocupado por la solidez y reputación de sus oponentes, aunque abriera el marcador. Posteriormente, el CSKA dejaba al aire las vergüenzas de un equipo luso que quiso aprovecharse de ese único gol para lograr el segundo título europeo, sin hacer mucho más a lo largo y ancho de los 90 minutos de encuentro. El gol de Rogerio no hizo sino colocar, incluso, un gesto de sorpresa en los aficionados sportinguistas al ver como Igor Akinfeev hacía la ‘estatua’ ante un disparo que parecía demasiado premio para un equipo que no rayaba a la altura de las grandes noches europeas.

Sistema económico
El gol inicial finalizó con el juego del gato y el ratón llevado a cabo en los primeros minutos por ambos equipos, cuando el CSKA se dedicó a defender, juntando todas sus líneas con la idea de presionar y asfixiar a los atacantes del Sporting. Cuando el conjunto ruso empató, con un remate de cabeza de Aleksei Berezoutski tras un saque de falta ejecutado por Daniel Carvalho, los aficionados visitantes se hicieron notar, ondeando las banderas rojas y azules, acompañado de fuertes cánticos. El equipo vestido de verde y blanco, que no paraba de correr con determinación, vio como el conjunto ruso comenzó a jugar con inteligencia empleando un ‘sistema económico’ que hizo que los portugueses fueran muy irregulares en su juego.

Insuficiente pasión
Que llegara el segundo gol del CSKA parecía probable, y de hecho llegó tras un buen contraataque llegándole el balón a Yuri Zhirkov, que con un disparo raso con la pierna izquierda superó a Ricardo por bajo. El tercero, que llegó precedido de un fallo clamoroso de Rogerio en la otra portería, vio como el CSKA estaba desbordando por completo al Sporting por medio de peligrosos contragolpes. Así, Vágner Love, marcó su octavo gol de la temporada tras recibir un pase desde la banda izquierda de Carvalho. Al final del partido, las lágrimas estaban del lado portugués, pero fue un triunfo merecido para un equipo bien preparado. Esto no fue una emboscada griega, pero sí una demostración de superioridad en una noche en que la pasión y la ambición, no fueron suficiente.

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