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Zidane es grande

Francia - Inglaterra 2-1
La selección francesa remontó con dos goles de su capitán en el tiempo de descuento.

Zidane es grande
Zidane es grande ©Getty Images

Impresionante. Francia perdía 0-1 en el minuto 91. Tres después el árbitro señalaba el final y los galos sumaban sus tres primeros puntos en la competición. Todo gracias a un genio llamado Zinédine Zidane. Él solo tumbó a Inglaterra. Los de Sven Goran Eriksson llevaron bien el partido asentados en la velocidad de Wayne Rooney y en el buen orden defensivo. Cuando tuvieron la oportunidad de sentenciar, no lo hicieron. David Beckham falló su penalti. Zidane no. Los franceses recordarán durante mucho tiempo el partido del 13 de junio de 2004 en el Estadio da Luz. Los ingleses también.

Las primeras jugadas ya demostraron que éste no era un duelo cualquiera. Frente a frente estaban dos de los "gallitos" del fútbol continental. Se conocían bien. Quince de los veintidós jugadores que empezaron el duelo juegan en la Premier League inglesa. De ahí, la gran expectación que había despertado el encuentro entre las dos hinchadas. Apoyados en ese dato, se comprende la excitación del primer cuarto de hora en las gradas que no en el campo.

A pesar del poco juego que estaban demostrando ambas selecciones, Francia cogió pronto el timón del partido. Se vio reforzado en su empeño por un gran pase de Patrick Vieira desde la derecha que David Trezeguet cabeceó muy cerca del larguero de la portería británica. Iba a ser la única acción de peligro de los galos en toda la primera parte. Después, mucho tiro lejano y poca miga en las inmediaciones del marco de David James.

Inglaterra estaba en el campo como una obligación que le hubieran impuesto. Sólo Steven Gerrard y Paul Scholes sobresalían un poco al intentar frenar la elaboración de Zinedine Zidane y Robert Pires en el centro del campo. David Beckham apareció por primera vez en el minuto 37 y con eso bastó. Bixente Lizarazu le frenó en falta. El ex madridista la botó con maestría: al primer palo y a la altura justa. Ideal para que Frank Lampard ganara la partida a los zagueros y enviara el balón a la escuadra izquierda de Fabien Barthez. Primera ocasión, primer gol. El descanso se le vino encima a los galos. Pese a dominar, iban perdiendo.

Francia salió muy activa tras su paso por vestuarios. En cinco minutos hizo más que en toda la primera parte. Al minuto de reiniciarse el encuentro, Thierry Henry puso a prueba a David James desde la frontal. Dos más tarde, Zidane ajustaba al palo derecho de la portería rival un lanzamiento raso desde 25 metros. De nuevo James mostró su seguridad bajo palos. Llegando al minuto 50, de nuevo Henry creó su propia jugada por banda izquierda, se internó en el área y disparo seco y abajo. El cancerbero inglés volvía a intervenir con una notable parada.

A Sven Goran Eriksson, seleccionador inglés, no le debió gustar la agonía a la que sometieron a su equipo en los minutos iniciales. Por eso ordenó a sus cuatro centrocampistas replegarse atrás y proteger a la defensa. En ataque, quedaba la técnica de un Owen agotado, que sería sustituido poco después por Darius Vassell, y la velocidad de Rooney. El ataque francés se desesperó ante la falta de espacios y la defensa mostró su inseguridad para frenar los contragolpes.

En uno de esos contraataques, Wayne Rooney hizo valer sus 18 años para arruinar el entramado defensivo de los actuales campeones de Europa. En una carrera vertiginosa de 40 metros consiguió llegar al área, encarar a Silvestre y ser víctima de un penalti clarísimo. Era la sentencia si David Beckham no hubiera fallado el lanzamiento desde los once metros. Barthez, con una excepcional estirada a su derecha, consiguió despejar el tiro.

Francia estaba desquiciada. Era el minuto 90 y los aficionados ingleses celebraban el triunfo de su selección. En ese instante, Emile Heskey trababa en una acción de Makelele a cinco metros de la frontal. La pelota estaba situada en el perfil derecho del área. El menos bueno para Zidane. Aun así, el capitán francés le pegó con el interior, superó a la barrera, dejó inmóvil a un gran David James y mandó el balón a las mallas. Francia resurgía.

Dos minutos después, en el 93 y cuando el árbitro se llevaba el silbato a la boca para señalar el final de la contienda, Henry recogía un pase fuera del área, aceleraba, intentaba regatear al portero y acababa en el suelo. Penalti. La presión, para Zidane. Sin problema. Del lanzamiento desde los once metros volvió a hacer una obra de arte. Francia se llevó el partido ante la incredulidad inglesa.