El sueño de Delaunay se hace realidad
martes, 1 de enero de 2008
Resumen del artículo
La Unión Soviética venció a Yugoslavia en primera final, con Yashin demostrando su clase antes del decisivo gol de Ponedelnik.
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Al igual que en tantos otros acontecimientos importantes como la Copa del Mundo FIFA, Copa de Europa y los modernos Juegos Olímpicos, la competición fue fruto del espíritu de un francés: Henri Delaunay, secretario de la Federación Francesa de Fútbol.
Comenzó a barajar la idea en 1927 pero no fue hasta 1954 cuando el proyecto empezó a ser una realidad. Incluso entonces, algunas federaciones se mostraron algo reticentes y la luz verde no se dio hasta el Congreso de la UEFA en 1957, dos años después de que Delaunay hubiese fallecido. Pero su trabajo no quedó en el olvido y se le puso el nombre del trofeo en su honor.
Francia fue elegida entre las cuatro semifinalistas para albergar la primera final del torneo, que tardó mucho tiempo en comenzar debido a los problemas que hubo para conseguir llegar a los 16 países que era necesario que se inscribiesen. Al final se logró, aunque con la ausencia de algunas selecciones importantes como Italia, Alemania Federal o Inglaterra.
Primero se instauró un sistema de eliminatorias a ida y vuelta hasta las semifinales. El primer encuentro oficial se produjo en el Tsentralni Lenin Stadium de Moscú el 28 de septiembre de 1958. En aquel histórico día, 100.572 personas presenciaron la victoria de la URSS por 3-1 ante Hungría. Anatoli Ilyin fue el autor del primer gol y el equipo soviético acabó logrando la clasificación ganando por 4-1 en el global.
En los cuartos de final, el General Franco impidió la entrada en España del equipo de Unión Soviética, lo que clasificó de manera automática para semifinales al equipo de Gavril Kachalin. Los otros tres semifinalistas fueron Francia, Yugoslavia y Checoslovaquia, que obtuvieron su lugar en la fase final que se celebró en territorio galo.
El equipo soviético se impuso por 3-0 a los checos con dos goles de Valentin Ivanov en la primera semifinal, mientras que en la otra Yugoslavia derrotó por 5-4 a Francia, en lo que sigue siendo el partido con más goles de la competición. Raymond Kopa y Just Fontaine no pudieron jugar con Francia, pero no se le puede restar mérito al equipo yugoslavo, que remontó un 4-2 y se acabó metiendo en la gran final.
En dicha final, destacó la actuación del brillante guardameta soviético Lev Yashin, que fue un muro ante los constantes intentos por parte de los yugoslavos. En todo caso Milan Galic consiguió adelantar al equipo yugoslavo, aunque en la segunda mitad Slava Metreveli estableció la igualada, mandando el partido a la prórroga. En el tiempo suplementario decidió un cabezazo de Victor Ponedelnik que le otorgó a la Unión Soviética su primer y único título hasta la fecha.
"Hay partidos y goles que son realmente especiales, que se quedan para toda la vida. Ese fue el mejor momento de mi carrera", dijo Ponedelnik. Para el torneo, todavía quedaban muchos por venir.