Hrubesch corona el renacimiento alemán
martes, 1 de enero de 2008
Resumen del artículo
Superando la lesión de Klaus Fischer, el delantero fue decisivo para lograr la victoria en la final jugada en Italia.
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El éxito del Campeonato de Europa de la UEFA de 1976 alimentó el clamor para más plazas en su fase final, y la UEFA respondió doblando el número de participantes, mientras la competición volvía a Italia por segunda vez.
Con ocho equipos implicados en lugar de cuatro, los aspirantes fueron divididos en dos grupos, de los cuales los ganadores avanzarían directamente a la final. En otro cambio de procedimiento, una de esas ochos plazas iba automáticamente a los anfitriones de Vincenzo Bearzot, pero sin el delantero suspendido Paolo Rossi, éstos se enfrentaban a un gran esfuerzo en la sección que también incluía a Inglaterra, Bélgica y España.
Si poco se esperaba de España, al contrario fue Inglaterra, que se clasificó con rapidez y que poseía al delantero de clase mundial y Jugador Europeo del Año en 1978 y 1979 Kevin Keegan. La estrella del Hamburguer SV, sin embargo, fue incapaz de conseguir el objetivo y después de abrir con un empate 1-1 frente a Bélgica, las ambiciones de Inglaterra se evaporaron con una derrota 1-0 frente a Italia. Estos habían comenzado con un empate sin goles frente a una España que también falló ya que obtuvo el mismo resultado con Bélgica, que pasaban de repente a su primera gran final gracias a un buen equipo y de una excelente preparación de Guy Thys.
En el otro grupo del cuadro, la República Federal de Alemania se presentó a la competición con un equipo rejuvenecido por el entrenador Kart-Heinz Rummenigge y el jugador de 20 años Bernard Schuster. Siendo un mediocentro dentro del equipo que tenía a Günter Netzer, Schuster tenía pocas opciones en el fútbol internacional en este momento. “No creo que nunca haya visto un jugador tan bueno. Bernd era el jugador destacado del equipo. Conectaba todo el asunto” comentaba entusiasmado Horst Hrubesch, compañero de equipo.
Los alemanes empezaron vengándose de Checoslovaquia, que les había derrotado en la final de 1976, y se aseguraron un puesto en la final con un igualmente satisfactorio 3-2 frente a Holanda. Dos goles tardíos holandeses casi anulan el ‘hat-trick’ de Klaus Allofs, pero el equipo de Jupp Derwall se mantuvo vivo en la competición gracias a un empate a cero con Grecia.
Sin un torneo sin semifinales por el nuevo formato, Italia y Checoslovaquia disputaron un partido para decidir la tercera posición. Los poseedores del título consiguieron la tercera plaza en un partido decepcionante que se tuvo que decidir en la tanda de penaltis tras concluir con un empate a uno. Fue la última vez que la tercera plaza se decidiría en el formato eliminatoria.
Afortunadamente la final proporcionó más entretenimiento, a pesar de que los fantasiosos alemanes se adelantaran tempranamente cuando Hrubesch disparó a puerta a los 10 minutos. En la segunda parte, la presión ejercida por el equipo belga acabó en un penalti a su favor, que anotó René Vandereycken pero, como en 1976, Alemania se adelantó más tarde - y esta vez ganó. Hrubesch, que estaba en el equipo sólo por la pierna rota de Klaus Fischer, fue el héroe otra vez al cabecear un corner botado por Rummenigge que le sirvió para alcanzar la corona Europea.