El cuento de hadas de Schmeichel y Dinamarca
lunes, 19 de marzo de 2012
Resumen del artículo
El conjunto entonces dirigido por Richard Møller Nielsen logró su clasificación para la EURO '92 en el último momento tras la eliminación de Yugoslavia y logró meterse en la final ante Alemania y ganarla.
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La suave noche de verano empezaba ya a caer sobre el estadio Ullevi de Göteborg. Allí, los jugadores de Dinamarca acababan de hacer historia al derrotar a la campeona del mundo, Alemania, en la final de la Eurocopa 1992. El país de Hans Christian Andersen, el célebre escritor de cuentos, se convertía en uno de los grandes matagigantes de la historia del fútbol, pero a Peter Schmeichel la victoria le dejó un sabor extraño. "Seguramente más de uno me tomará por loco, pero no sentí nada. Fue el vacío absoluto", recuerda el guardameta, fundamental a la hora de detener los ataques alemanes.
Sin embargo, Schmeichel no fue el único al que le costó asimilar la victoria. Al fin y al cabo, fue una sorpresa mayúscula, ya que los escandinavos partían como la cenicienta del torneo, en el que se colaron en el último minuto. Terminaron segundos en la fase de clasificación un punto por detrás de Yugoslavia, que quince días antes del inicio del torneo fue apartada de la cita por la FIFA, en respuesta a las sanciones impuestas por la ONU al estallar la guerra en los Balcanes. Y el hueco dejado por Yugoslavia lo aprovechó Dinamarca.
Schmeichel se enteró de la noticia mientras el equipo de Richard Møller Nielsen preparaba un amistoso previsto para el 3 de junio contra la CEI, la selección de la extinta URSS, en su puesta a punto para la Eurocopa. "Durante el almuerzo, después del entrenamiento de la mañana, empezó a llegar el rumor de que iban a echar a Yugoslavia. Cuando volvimos de la segunda sesión, se había confirmado la noticia", apuntó Schmeichel.
Echando la vista atrás, el portero cree que la falta de rodaje terminó por jugar a su favor: "Lo que realmente nos benefició fue no haber estado seis meses preparándonos mentalmente para el torneo ni haber tenido la concentración previa. Llegamos frescos". Schmeichel, que por aquel entonces tenía 28 años, recuerda las palabras de Møller Nielsen justo antes del debut de Dinamarca: la orden no era "salir y ganar", sino más bien "salir y no hacer el ridículo". No es el discurso de motivación más hollywoodiense, pero ese equipo fue precisamente el que se salió del guión.
La aventura empezó el 11 de junio, con un esperanzador empate sin goles con Inglaterra. "La alegría inicial por estar allí desapareció después de ese partido. Acabamos con la sensación de haber merecido la victoria, de haber estado a la altura de la selección inglesa", explicaba Schmeichel. El segundo partido del grupo terminó en derrota 1-0 contra los anfitriones suecos, una resultado que invitó a un comentarista de la televisión danesa a decir que "Dinamarca estaba fuera", ya que afrontaría el último encuentro frente a Francia como colista del grupo. "Sabíamos que iba a ser muy complicado ganar a la selección gala que era la favorita, ya que contaba con el equipo, el instinto y la personalidad", recordaba el guardameta danés.
Sin embargo, "también sabíamos que si ganábamos a Francia estábamos en semifinales y, al final, jugamos uno de los mejores partidos que recuerdo". Dinamarca se adelantó a los ocho minutos gracias a Henrik Larsen, pero Jean-Pierre Papin consiguió empatar sobre el minuto 60. La providencial entrada de Lars Elstrup dos minutos después se reveló como la auténtica jugada maestra de Møller Nielsen. A 12 minutos del final, fue él quien anotó el gol de la victoria. "Pasó a la historia por sus apariciones estelares en situaciones imposibles. Y esa lo fue", apuntaba Schmeichel.
Schmeichel mostró también su mejor cara en los últimos suspiros del torneo, a pocos pasos de la gloria. La semifinal contra la campeona, Holanda, terminó con un apasionante 2-2, "uno de los mejores partidos de la Eurocopa", en el que Larsen adelantó por dos veces a Dinamarca y los holandeses respondieron empatando cada vez. Hizo falta la tanda de penaltis para decidir el ganador. Allí, el papel de Schmeichel fue decisivo, cuando se lanzó a su izquierda para detener el disparo de Marco van Basten.
Enfrentarse a Van Basten no preocupaba especialmente al guardameta danés: "Veníamos de jugar 120 minutos contra esos jugadores y nos sentíamos a su altura, no teníamos medio. Sabíamos que nos batíamos contra los campeones y algunos de los mejores jugadores del mundo. No iba a ser fácil, como demostró el partido, y tuvimos que ir hasta los penaltis para decidir el ganador, pero nos mantuvimos en pie y demostramos que teníamos la fortaleza mental necesaria para ganar".
Pero Schmeichel se reservó su mejor repertorio para la final y antes del descanso protagonizó una gran parada tras el potente disparo de Jürgen Klinsmann. Dado el contexto de esa intervención, el portero la considera una de las más importantes de su carrera: "Cuando mis compañeros me vieron haciendo esa parada comprendieron que estaba en un gran estado de forma".
Ese paradón permitió a los daneses conservar la ventaja obtenida gracias al espectacular gol de John Jensen a los 18 minutos. "Jensen sacó un gol de la nada. Ni siquiera estábamos atacando demasiado ni acercándonos al área alemana. Lars Olsen, que estaba justo delante de mí, no podía moverse a la derecha, John Sivebæk apenas podía correr, así que lo teníamos cuesta arriba, pero Jensen marcó y el partido dio un vuelco", explicó Schmeichel.
Dinamarca todavía tendría que emplearse a fondo, el guardameta danés desbarató de nuevo una ocasión de Klinsmann, despejando su cabezazo en la segunda mitad, pero a 12 minutos del final Kim Vilfort anotó el segundo, con un tiro bajo que pegó en el poste antes de entrar. "Empezamos a asimilarlo cuando tuvimos la copa en la mano y, sobre todo, cuando llegamos a Copenhague, al ayuntamiento, y lo celebramos con todo el país. Entonces te das cuenta de que lo has conseguido, que no ha sido un sueño", concluyó Schmeichel.
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