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Un futbolista de leyenda

Gordon Hanna rinde tributo a George Best, considerado por muchos como el mejor futbolista británico de todos los tiempos.

La gente de Irlanda del Norte habla orgullosa de aquel chico de Burren Way, un barrio humilde del distrito del este de Belfast, no muy lejos de donde su hundió el Titanic. La gente siempre ha protegido a su hijo predilecto, aun cuando comenzó a tener problemas con la bebida, adicción que finalmente le llevaría a la muerte.

Un auténtico ídolo
Sus vecinos prefieren recordar al George Best que se convirtió en un ídolo y en una referencia para todos los niños, que soñaban con poder emularle algún día. Una de las hazañas más grandes que hizo Best fue poner de acuerdo en algo a dos pueblos divididos. Aficionados de Irlanda del Norte, independientemente de sus creencias, le adoraban y no dudaban en señalarle como el mejor futbolista de todos los tiempos.

Sin jornada de Liga en Irlanda del Norte
La jornada de Liga en Irlanda se ha suspendido en señal de luto por la muerte del futbolista. Una muestra más de lo que ha significado esta leyenda del fútbol, admirada en todo el mundo, pero, sobre todo, en su casa. Irlanda del Norte ha querido dar a Best su particular homenaje

Talento especial
George era una persona cercana, entrañable, que caía bien a la gente. Pese a llegar a Inglaterra con 15 años, el público le cogió cariño, le seguían con tesón. Pese a la corta edad que tenía, poseía un talento especial. Los ingleses se alegraban con sus victorias y cuando las cosas iban mal, los aficionados se compadecían de George Best.

Persona generosa
Quizás por su continua generosidad o por las ganas que tenía de hacer feliz a la gente o por su humildad, poco usual en una superestrella. O bien porque a la hora de firmar autógrafos no tenía problemas y con paciencia agradaba a los aficionados, no sé la razón exacta. Pero lo que tengo claro es que nunca oí a nadie decir una palabra mala sobre Best, pese a que colgó las botas con tan sólo 27 años. Era un ídolo de masas, las chicas le adoraban, las madres le querían casar con sus hijas. Sin duda, Best era una persona que agradaba a todos.

‘El mejor’
Todo el mundo tiene un momento favorito en le memoria. Nunca podré olvidar un partido ante Holanda disputado en Rótterdam en 1976. Best llevaba algún tiempo sin ir convocado con la selección, y antes del partido se debatía si su rendimiento sería el adecuado. Respondió a la pregunta en el campo. Regateó a cuantos le salieron al paso y en un momento dado se sacó un calcetín y se lo ofreció a Johann Neeskens, haciendo un amago de atárselo a las dos rodillas como único remedio para no seguir haciéndole caños, ¡qué descaro! Tras el encuentro, el guardameta Pat Jennings declaró: “George ha sido el mejor del partido con mucha diferencia”. Y eso que sobre el campo también se encontraban Neeskens y Johann Cruyff.

Un ‘pero’
Fue una lástima que no jugase más a menudo con su selección, ya que Irlanda del Norte sólo ha alcanzado tres fases finales del Campeonato Mundial de la FIFA, en 1958, 1982 y 1986. La primera fue demasiado pronto, las otras demasiado tarde. Best no parecía afectado por su poca repercusión con la selección, y eso que sólo jugó en 37 ocasiones para su país. Debutó con 17 años ante Gales en 1964, compartiendo equipo con otro mito, el guardameta Pat Jennings. Jennings era sólo un año mayor, pero, a diferencia de Best, jugó hasta los 40, poniéndole un gran broche a su brillante trayectoria tras medirse a Brasil en el Mundial de México de 1986. Jennings se retiró con la cifra récord de 119 apariciones internacionales. “La carrera de Best terminó prematuramente. Tenía mucho fútbol en sus botas. Era un jugador único. Es el mejor futbolista que he visto jugar, tanto en mi equipo como en el rival”, dijo Jennings.

Dulces recuerdos
Aunque con su selección no consiguiese grandes logros, en el ámbito de clubes, Best puede presumir de un palmarés brillante. Explotó como genio mundial ante el SL Benfica, dando una auténtica exhibición de visión de juego y regate. El United se encontraba en cuartos de final de la Copa de Europa, y llegaba a Lisboa tras vencer por 1-0 en la ida. El entrenador de los reds, Matt Busby, planeó un esquema algo defensivo, al menos durante los primeros 20 minutos, porque tras el encuentro declaró: “George ha debido asistir a mi charla con tapones de algodón en los oídos”.

El chico de Belfast
Best se saltó todos los esquemas de Busby y marcó dos goles en los primeros 11 minutos. Al cuarto de hora de partido ya vencían por 3-0. Al día siguiente la prensa le apodó ‘el quinto Beatle’. Best volvió a ser pieza clave en la primera Copa de Europa conquistada por el Manchester United en 1968. Marcó el primer gol y jugó de forma increíble, venciendo a los portugueses en la prórroga en el estadio de Wembley. George Best, el chico de Belfast; nunca habrá nadie como él.

Gordon Hanna es periodista de 'The Belfast Telegraph'