Guardiola, ejemplo de precocidad
viernes, 16 de mayo de 2008
Resumen del artículo
Con 22 años conquistó la UEFA Champions League y se convirtió en símbolo del equipo ‘culé’. La próxima temporada, con 37, se convertirá en el nuevo entrenador del Barça.
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Cuerpo del artículo
Dos años después de su retirada, Josep Guardiola (Barcelona, 1971) tendrá un reto mayúsculo a partir del próximo 30 de junio: devolver al FC Barcelona a la senda de los títulos, algo que no ha logrado en las últimas dos temporadas. La apuesta de Joan Laporta, presidente del equipo, es arriesgada. No es fácil dar el poder en el vestuario a un técnico joven y con escasa experiencia en los banquillos. Sin embargo, Guardiola ha superado barreras con una precocidad sorprendente. A los 20 años ya era la pieza que hacía funcionar el Dream Team de Johan Cruyff. Ahora, con apenas 37, será el director que organice la nada fácil reestructuración del equipo culé.
Símbolo del Barcelona
Pep Guardiola ascendió al primer equipo del Barcelona en la temporada 1990/91 y desde el primer momento llamó la atención del entrenador Johan Cruyff. Sin embargo, no era un mediocentro al uso. No tenía un físico fuerte, no robaba muchos balones, pero su capacidad de mando sumada a la precisión de su golpeo y a su excepcional visión de juego le convirtieron en un jugador fundamental. De la mano de Michael Laudrup, Romario o Hristo Stoichkov logró 4 Ligas de forma consecutiva además de la primera UEFA Champions League en 1992, el mismo año que conquistó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Con 21 años, ya había alcanzado la gloria.
Prolongación del entrenador
Tras la marcha de Cruyff del Barcelona en 1994, y tras ganar la Recopa de Europa y la Copa del Rey en 1997, Louis Van Gaal acabó con cuatro años de sequía liguera en el club. Por aquel entonces, Guardiola seguía siendo no ya sólo el capitán del equipo y el líder en el vestuario, sino también la prolongación del entrenador sobre el campo. Con el técnico holandés, logró otros dos títulos de Liga con Rivaldo, Luís Figo o Luis Enrique. Los jugadores les respetaban, cuando hablaba lo hacía en boca de todo el barcelonismo.
Periplo en Italia
En la temporada 2000/01 y tras diez temporadas en el equipo de toda su vida, Guardiola decide hacer las maletas y probar suerte en otro tipo de fútbol: el Calcio italiano. Llegó al Brescia y fue fundamental en la salvación del equipo, formando una gran pareja con Roberto Baggio. Su rápida adaptación al fútbol transalpino no pasó inadvertida para Fabio Capello, que lo reclutó para su AS Roma. No obstante, su paso por el equipo de la capital no fue bueno y apenas contó con oportunidades, pero absorbió las enseñanzas de un maestro del juego de contención.
Aventuras en Qatar y México
En su afán por conocer otras culturas y formas de vivir el fútbol, Guardiola puso fin a su brillante carrera en Qatar y México. En el país árabe pudo coincidir con otros futbolistas como Gabriel Omar Batistuta o Fernando Hierro y dejó impronta de su calidad al ser nombrado mejor jugador de la Liga en su primer año. Después de dos temporadas en el Al Ahly, se marchó al Dorados de Sinaloa mexicano gracias a la mediación de su entrenador y amigo Juanma Lillo, en donde acabó su carrera profesional en 2006.
Básico en la selección
Con la selección española coincidió en el banquillo con Javier Clemente y José Antonio Camacho, y fue insustituible para los dos. Disputó 47 partidos con La Roja, marcando cinco goles, aunque su trayectoria pudo ser mucho mayor de no encontrarse con varias lesiones que le privaron de disputar la UEFA EURO de 1996 o las Copas Mundiales de la FIFA en 1998 y 2002. Sin embargo, fue un fijo tanto en el Mundial de 1994, donde España quedó apeada en los cuartos de final, como en la Euro del 2000, eliminada también en la misma fase.
Entrenador con carácter
Como hombre de la casa, y con la licencia de entrenador casi recién estrenada, Guardiola se sentará en el banquillo a partir de este verano. Ahora es el entrenador del filial del Barça, que se encuentra en plena fase decisiva en su lucha por el ascenso a la Segunda División B, pero los que le disfrutan como entrenador ya hablan de un entrenador comprensivo pero con mano dura, de los que no toleran la falta de entrega. Él conoce mejor que nadie el sentir de la afición que tanto le dio como futbolista. Por Guardiola pasa el futuro del Barcelona.