El ideólogo del mejor Barça

La final de la Copa del Rey supuso el cierre a la etapa de Josep Guardiola en el banquillo del FC Barcelona. Ya lo había anunciado el técnico en la rueda de prensa del viernes 27 de abril. Con él, el club azulgrana escribe un punto y aparte tras la etapa más exitosa de su dilatada historia. Los azulgranas podrán seguir ganando, pero ya no lo harán bajo las órdenes del técnico de Santpedor. Las cuatro temporadas del Guardiola se traducen en 14 títulos, entre los que destacan dos UEFA Champions League y tres títulos de Liga, pero también en la creación de un equipo que ha levantado los elogios de todo el mundo, sinónimo del buen gusto, la evolución perfecta de aquel Dream Team de Johan Cruyff.

Ídolo azulgrana desde sus tiempos de jugador, la llegada de Guardiola al banquillo trajo la sublimación de la filosofía de Cruyff, la que defiende el juego de posesión como mejor herramienta para atacar y mantener a raya a su rival. En junio de 2007, y tras una exitosa carrera como futbolista, Guardiola regresó al club azulgrana como entrenador en el Barcelona B, a quien ascendió de categoría. Un año después, y después del gran trabajo realizado con Tito Vilanova, su ayudante en la sombra, Joan Laporta le dio la alternativa y fue nombrado técnico de la primera plantilla en una decisión de mucho riesgo dada su poca experiencia en los banquillos.

El resto ya es historia: títulos, goles, gran juego, espectáculo... El equipo deslumbró en su primera temporada, cuando levantó seis títulos en un año inolvidable simbolizado en dos acciones del técnico. La primera, con aquella carrera en la banda de Stamford Bridge tras el tanto de Andrés Iniesta que clasificó al equipo para la final de la UEFA Champions League en Roma. La segunda, con aquellas lágrimas tras la conquista del sexto título, la Copa Mundial de Clubes de la FIFA, un gesto con el que se desahogó y sacó toda la tensión acumulada, la misma que ahora le lleva a decir basta.

Su palmarés habla por sí mismo: 2 UEFA Champions League, tres Ligas, dos Supercopas de la UEFA, tres Supercopas de España, dos Copas del Rey, dos Copas Mundiales de Clubes de la FIFA. Pero más allá de los resultados, Guardiola será recordado por llevar al equipo a su cima, por ganarse la admiración de todo el mundo en su amor por el fútbol de toque, por el uso de un ofensivo 3-4-3 casi en desuso en el fútbol mundial. Su huella es indeleble en el club y en el fútbol mundial. Él y Tito Vilanova apostaron más que nadie por Xavi Hernández o Andrés Iniesta, apartaron a Lionel Messi de la banda para que ocupase todo el frente del ataque, dieron la confianza a un puñado de chavales convertidos ya en referentes, como Sergio Busquets o Pedro Rodríguez. Su legado, pase lo que pase, es imborrable.