La historia de Olena: cómo el fútbol está ayudando a los refugiados a construir una nueva vida
martes, 14 de octubre de 2025
Resumen del artículo
Antes de la Unity EURO Cup 2025 en los Países Bajos, la ucraniana Olena Chesanovska explica cómo la selección española de refugiados representa una "isla de esperanza" tanto para ella como para otras compañeras que se están integrando en nuevas comunidades en España.
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Cuerpo del artículo
Cuando Olena Chesanovska, su marido y sus dos hijos pequeños abandonaron Kiev en febrero de 2022, con el aire vibrando por el sonido de las sirenas y las explosiones, no podía imaginar que el fútbol, un deporte que no había empezado a practicar hasta los treinta años, le serviría de puente hacia su nueva vida en España.
Tres años después, Olena considera que su decisión de entrenar con la selección española de refugiados, creada por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), fue un punto de inflexión que le permitió volver a sentirse parte de una comunidad. "Conocí a personas que eran diferentes a mí, pero a la vez muy similares. Todos estábamos un poco perdidos, echábamos de menos nuestro hogar y cargábamos con recuerdos pesados. Por eso nos entendíamos tan bien", dice Olena, que ahora tiene 44 años. "Esta selección se convirtió en mi isla de esperanza. No importaba de dónde vinieras, lo que importaba era correr juntos detrás del balón".
"Esta selección se convirtió en mi isla de esperanza. No importaba de dónde vinieras, lo que importaba era correr juntos detrás del balón".
"El fútbol es una parte muy importante de la cultura española. A través de él, sentí que pertenecía a algo. Aunque nuestra selección estaba formado principalmente por chicos de África y Asia, compartíamos la misma pasión, tanto con ellos como con la parte española de nuestro club".
Al reunir a jugadores de más de diez países, la selección española de refugiados es más que un simple grupo de futbolistas: es un lenguaje de conexión y esperanza, tanto dentro como fuera del campo. Olena recuerda con cariño su visita al Museo del Fútbol Español y haber visto los entrenamientos abiertos de la selección nacional, ambos gracias al apoyo de la RFEF. "Pero el momento más inolvidable fue cuando nos invitaron al partido amistoso de España contra Brasil en el Santiago Bernabéu el año pasado. Fue increíble, una emoción indescriptible".
Olena quedó profundamente impresionada por el apoyo de la RFEF. Esto incluyó el acceso a las instalaciones de entrenamiento y a los experimentados entrenadores Jesús Paredes, que en su día trabajó junto a Luis Aragonés, y su hijo, Rodrigo. "Aquí encontré almas gemelas tanto entre los refugiados como entre los españoles".
Destino natural
Una vez que decidieron abandonar Ucrania, España fue siempre el destino natural para su familia. Su marido es cubano, por lo que ella y los niños ya hablaban algo de español. Cruzaron la frontera ucraniana con Rumanía a pie y luego viajaron en autobús y tren pasando por Bucarest y Budapest. Los vuelos estaban completos, pero la suerte les sonrió cuando un hombre que se dirigía a Barcelona les ofreció llevarlos en su coche.
Los meses siguientes fueron algunos de los más difíciles: Barcelona, Madrid y luego Cuenca - refugios de la Cruz Roja, hoteles para refugiados, incertidumbre y desesperación. Finalmente, la familia se mudó a un apartamento en Alcalá de Henares, a 35 km de Madrid, matriculó a los niños en la escuela y Olena, investigadora asociada en estudios clínicos, pudo reanudar su trabajo en la oficina española de su antigua empresa. Pero el desgaste emocional del desplazamiento seguía pesando mucho, lo que dificultaba sentirse realmente como en casa en su nueva comunidad.
Dolor compartido
"Los españoles fueron amables y acogedores, pero no podían comprender del todo nuestro dolor. Por eso nos mantuvimos más en contacto con otros ucranianos", admite.
Hace tres años y medio, al despertarse en mitad de la noche con el sonido de explosiones lejanas, Olena y su marido pensaron al principio que se trataba de fuegos artificiales. "Rápidamente nos dimos cuenta de que se trataba de algo completamente diferente", dice, recordando los momentos que cambian la vida de muchos refugiados, pero que pocos podrían imaginar, y mucho menos prepararse para ellos. "Había conmoción e incredulidad. No habíamos almacenado nada. Era aterrador. No podíamos irnos de inmediato, no teníamos coche y las carreteras eran un caos".
"Hubo conmoción e incredulidad. No habíamos almacenado nada. Fue aterrador. No podíamos irnos de inmediato: no teníamos coche y las carreteras eran un caos".
Junto con sus dos hijos pequeños, la pareja logró escapar de Kiev por una de las últimas carreteras abiertas, llevando consigo solo documentos y pequeñas mochilas. Tras refugiarse con los padres de Olena en la pequeña localidad occidental de Kamianets-Podilsky, decidieron abandonar Ucrania para reconstruir sus vidas en España.
Revelación
Olena probó diferentes formas de integrarse: clases de flamenco, luego pádel, un deporte poco conocido en Ucrania pero muy popular en España. Un día, vio un breve anuncio en el chat online del centro de refugiados: entrenamiento de fútbol para chicas a partir de 15 años. Dudó. "Tenía 41 años y nunca había entrenado fútbol profesionalmente. Empecé a jugar a los 33 con compañeros de mi antiguo trabajo en Kiev. Más tarde, incluso organizamos un equipo femenino", sonríe. Aun así, decidió intentarlo.
Entrenar por primera vez con la selección de refugiados de España fue una revelación. Pronto se convirtió en una habitual de los sábados por la mañana, haciendo un viaje de dos horas para asistir a las sesiones de las 8 de la mañana en la sede de la selección nacional en Las Rozas. "Ahora entrenamos en Madrid, pero sigue siendo más de una hora en transporte público los domingos por la mañana. Pero no estoy sola", dice: "Algunas compañeras vienen desde Toledo, a 70 km de distancia, o directamente después de un turno de noche. Para todas nosotras, cada sesión de entrenamiento es una auténtica alegría".
Al principio, su nueva pasión sorprendió incluso a su marido. "¿Vas a jugar con hombres?", le preguntó. Ahora es uno de mis mayores seguidores", dice riendo. "Jugar principalmente con hombres jóvenes es duro, a veces soy la única mujer en los entrenamientos. Pero sé que puede inspirar a otras personas. Hace poco, se unió a nosotros una chica de Afganistán. Al principio, su marido se mostraba escéptico, incluso restrictivo, pero cuando vio lo normal y empoderador que era, cambió de actitud".
El ejemplo de Olena ha inspirado a su hija a empezar a jugar. "Un día, Anhelina me dijo: "Mamá, tú juegas, ¿por qué yo no puedo?". ¡Por supuesto que podía!". A los diez años, Anhelina era portera del equipo infantil de su localidad antes de tomarse un descanso porque los partidos coincidían con la escuela sabatina ucraniana. Animado también por el entusiasmo de su madre, Roman, el hijo de 14 años de Olena, que había probado el fútbol en Kiev y lo había dejado rápidamente, ha vuelto a jugar con sus amigos españoles.
Tercera Unity EURO Cup
Ahora, Olena se está preparando para su tercera Unity Cup, un evento que, según ella, es como una EURO para refugiados y que le ha dejado algunos de sus mejores recuerdos desde que abandonó su hogar en Ucrania.
"Conocer a ucranianos de otras selecciones fue muy emotivo. Siempre llevaba trenzas azules y amarillas en el pelo para que todos supieran de dónde era".
"La primera, en Fráncfort, fue increíble, todo un privilegio. Conocer a ucranianas de otras selecciones fue muy emotivo. Siempre llevaba trenzas azules y amarillas en el pelo para que todo el mundo supiera de dónde era. La segunda, en Nyon, me pareció totalmente surrealista, como entrar en un sueño. Recuerdo que pensé: "Vaya, ¿esto es realmente la UEFA? Los trofeos legendarios están aquí, las estrellas vienen aquí... y ahora nosotros también estamos aquí". ¡Increíble!".
Ahora, ella y sus compañeras de selección están contando los días que faltan para la próxima edición en los Países Bajos. Gane o pierda, cuando suene el pitido final, Olena volverá a Madrid, con su familia, su trabajo y sus compañeras. Juntas, seguirán tendiendo puentes a través del fútbol.
La Unity EURO Cup
La Unity EURO Cup es más que un simple torneo de fútbol: es una celebración del poder de nuestro deporte para unir a las comunidades, independientemente de su origen.
Organizada por la UEFA en colaboración con nuestro socio ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), selecciones formadas por refugiados y jugadores de sus comunidades de acogida compiten en un evento mixto que pone de relieve el papel fundamental del deporte en la facilitación de la inclusión social.
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