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Una afición con mucho salero

Los aficionados sevillistas no han dejado de animar a su equipo, antes, durante y después del partido.

Precioso partido el que nos han ofrecido esta noche el Sevilla FC y el Middlesbrough FC en la final de la Copa de la UEFA 2005/06. Tanto las calles de Eindhoven como las de Sevilla se verán inundadas por una marea de aficionados sevillistas que se han desgañitado animando incansablemente a su equipo. El Sevilla FC logra su primera Copa de la UEFA, colofón al centenario del Club.

Apoyo continuo
Las dos aficiones, blanca la del Sevilla, roja la del Middlesbrough, han estado intachables y no han dejado de cantar, aplaudir, agitar bufandas y apoyar a su equipo.

Explosión de júbilo
Tras un round de observación y pese a que el Sevilla estuvo rondando el gol por medio de Saviola, Daniel Alvés irrumpía por la banda derecha para poner un centro medido en el punto de penalti donde Luis Fabiano, de espléndido testarazo, ajustaba el cuero junto al palo y abría el marcador. “La la la la, la la la la la, vaaamos mi Sevillaaa, vamos campeón”, entonaba la afición blanca con toda su fuerza. Resultado justo tras lo mostrado por ambos equipos en la primera parte.

Cambios en el descanso
En la segunda parte, Juande Ramos dio entrada a Frédéric Kanouté por Saviola para tener más control de balón y dar máximo rendimiento a los centros tanto de Daniel Alvés como del escurridizo Jesús Navas. Por su parte, Steve McClaren ponía sobre el terreno al gran salvador de su equipo en las últimas eliminatorias, Massimo Maccarone. El futuro seleccionador de Inglaterra buscó con este cambio dar más garra a una delantera que apenas había enseñado los dientes.

Palop, seguridad
El Middlesbrough se mostró peligroso en un remate a bocajarro de Mark Viduka y en un centro-chut envenenado de Maccarone. Sin embargo, ahí se erigió la figura de Andrés Palop, un seguro de vida en la portería del Sevilla.

Aluvión de goles
Tras una gran internada por la banda derecha de Jesús Navas y disparo del mismo, el meta australiano tan sólo repelía y un atento Vicenzo Maresca no desaprovechaba tal ocasión. La grada blanca volvía a explotar. Palmas, cánticos y más cánticos. Toda una grada botando y agitando una marea de bufandas. Maresca lograba poco después un doblete que llevaba definitivamente la Copa a la capital andaluza, antes de que Kanouté cerrara el marcador con el cuarto y definitivo 4-0. “Campeones, campeones, oé oé oeeeé”, coreaba la grada entre palmas y lágrimas de felicidad. ¡Que comiencen las celebraciones!

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