España logra su séptimo entorchado

No sólo hay que destacar la cantidad, sino también la calidad. Y es que no solo hubo un récord de goles en la Eurocopa de Fútbol Sala de la UEFA 2016 en Belgrado, sino también tantos de una gran belleza en un torneo donde España reclamó su reinado, que sin duda será lo que perviva en la memoria.

La ronda de clasificación tuvo sus dramas habituales, con Kazajstán ganando a Portugal durante la ronda élite y con Hungría venciendo a Rumanía en los play-offs con un gol en el último instante de la prórroga. La fase final contó con un inicio espectacular, ya que hubo 11.000 espectadores en las gradas en el partido inaugural, lo cual supuso todo un récord. En dicho choque, la anfitriona Serbia derrotó por 5-1 a Eslovenia.

En el siguiente partido de Serbia hubo en las gradas 11.161 espectadores y la selección local derrotó por 3-1 a Portugal, donde Ricardinho marcó un gran gol que sin duda recorrió rápido todas las redes sociales de comunicación, además de que se ganó la ovación de los aficionados locales.

Ese resultado hizo que Serbia acabara primera en el Grupo A, lo cual significaba que evitaba a España en los cuartos de final. Ello supuso que el honor de medirse a los campeones del Grupo B, España, recayese en Portugal, que a pesar de otro gran gol de Ricardinho, cayó por 6-2. Mientras, en los cuartos de final, Serbia logró un triunfo agónico por 2-1 ante Ucrania gracias a un gol de Miloš Simić a 0,3 segundos del final.

Por el otro lado del cuadro, Kazajstán, entrada por Cacau y por un equipo casi compuesto por muchos de los jugadores del Kairat Almaty que ha logrado dos de las tres últimas ediciones de la Copa de Fútbol Sala de la UEFA, quedó por detrás de Rusia en su grupo. Mientras, la actual campeona por entonces, Italia, y que marcó diez goles en el Grupo D, vio como el cuartos fue eliminada por la propia Kazajstán, mientras que Azerbaiyán, en dicho grupo, dejó en la cuenta a la República Checa tras ganarla por 6-5.

Si Rusia había sido poco convincente en su grupo, mejoró para batir a Azerbaiyán por 6-2 en los cuartos de final antes de que Kazajstán se impusiera por 5-2 a Italia en el siguiente duelo. Sin embargo, la selección kazaja había dependido mucho de su portero Higuita y su habilidad para mantener la posesión. El guardameta recibió una tarjeta roja ante Italia y se perdió las semifinales ante España por sanción.

A pesar de que Kazajstán se convirtió en la única selección en ponerse por delante de España y de que dio pelea para intentar remontar una desventaja de cuatro goles, la debutante cayó derrota por 5-3. Serbia, mientras tanto, cayó por 3-2 en la prórroga frente a Rusia y después volvió a ser derrotada en el partido por el tercer lugar (5-2) ante Kazajstán, que logró el mejor resultado para un debutante desde la edición inaugural en 1996.

La final entre España y Rusia fue un partido disputado. El conjunto español, que buscaba vengarse de la derrota en las semifinales de 2014 se puso por delante 4-0 antes del descanso y su victoria por 7-3 marcó una diferencia de récord para una final. Los españoles Miguelín y Mario Rivillos compartieron la bota de oro por sus asistencias, superando a su compañero de selección Alex, el portugués Ricardinho y a Serik Zhamankulov de Kazajstán, que marcó seis goles en Belgrado.

Esos números ayudaron a lograr un nuevo récord en el torneo de 129 goles, que además fue visto por un total de 113.820 personas y que vio cómo se agotaron las entradas en cinco de las diez sesiones de dobles partidos. España ahora tiene siete títulos en diez ediciones de la competición y ésta fue quizás la más convincente de todas.